El
domingo 17 de agosto tuvo lugar en Sada una de las carreras clásicas del
calendario, la Milla Urbana, coincidiendo con las fiestas de San Roque. Era
esta la IV edición y vaya por delante que fué un éxito rotundo.
Tras
un periodo de inactividad, más largo de lo aconsejable, volvemos a las andadas.
Y la milla parecía un excelente inicio. Llegué a Sada poco después del amanecer
a esa hora incierta en la que confluyen madrugadores y noctambulos. Había
quedado a las 7:30, pero como venía desde Valdoviño, me retrasé, llegando a eso
de las 7:50. (Creo que hice bien en no acelerarme, en dos puntos contemplé a la
Guardia Civil de Tráfico haciendo caja). A tan temprana hora ya los
organizadores del CAS eran legión, inconfundible y vistosa,
en destacadas camisetas rosas, que coloreaban todo el paseo. Aún
así los noctámbulos ganaban por goleada. En número, que en presencia y donaire,
salían perdedores. Sabiéndose derrotados, partían en franca retirada. Salía un
trailer de la Panorama en dirección a la N-VI y no había que ser un lince
para saber que orquesta había actuado. El día era espléndido, despejado,
soleado, cálido, que aunque extrañe, es agosto. Sin viento. En la ría en
calma, reverberaba el sol. La villa tenía una luz viva y dorada. Esa luz
demostraba nitidamente que el paseo estaba sembrado de basura. Papeles,
plásticos, vasos, botellas e inmundicias varias, se enseñoreaban de él. Que sin
gorrinada, no hay fiesta. Una máquina de limpieza y un operario a pie
hicieron lo que pudieron, que fue bastante dado lo exiguo del despliegue.
Caminé entre desperdicios y me dirigí al Centro Cultural, base del operativo
organizativo. A disposición, para la alta misión que me hubiesen reservado. Me
atribuyeron una de las misiones más delicadas, participar en la delimitación
del circuito. Lo acepté a regañadientes, pero me pareció una forma de malgastar
mi talento. Sugerí : dinamizador de grupos, cuentacuentos, charla con
ebrios o socialización en cafés. "Necesitamos brazos, no cuentistas".
Obedecí deprimido. Me colocaron una camiseta que parecía rosa, (de ser
realmente así no me la pongo), pero me aclararon que era fucsia brillante e
identificativa de la organización. Tragué capitidisminuido, y como
compensación, me entregué con fervor a la colocación de cinta plástica y al
transporte de vallas. Y por esos vericuetos de la memoria, las vallas me
volvieron a la infancia, me vi en la escuela. Recordé el diabólico
dictado de la seño : "La yegua baya saltó la valla. ¡Vaya con
la llegua baya!......." y yo colacaba dierésis, bes, uves, elles
e i griegas, con escaso tino, tropezando en las distintas vallas y a 10
repeticiones por falta de ortografía, tenías el día entretenido. ¡Tiempos
pasados!. Trabajamos con denuedo y eficacia, así que a las 9 teníamos
delimitado el circuito. Caimos en la cuenta de que una de las diversiones del
día anterior había consistido en romper recipientes de cristal, y
numerosos cristales filosos se diseminaban por el paseo. Desplazarlos al
cesped sería empeorar la situación, así que con una escoba improvisada y
recogedores aún más improvisados, recogimos todos los que encontramos, que no
fueron pocos. Volvimos a la base, en donde la fiesta, (deportiva), ya
había comenzado. Allí nos juntamos la chavalada, (no por ser sexagenario se
deja de ser niño). Risas, saludos, encuentros. Y como la cabra tira al monte,
mantuvimos una animada charla sobre vinos y bebidas espirituosas, de lo más
instructiva. Café y a cumplir la segunda y más delicada parte de la misión,
conseguir que el circuito fuese, por dos horas, de utilización exclusiva de los
corredores. En mi zona, sea porque erámos multitud, ( dos del CAS, un
chico de cronometraje y una chica que apuntaba el paso de dorsales ), sea
por que se nos veía bastante brutos, sea porque el número de paseantes no era
excesivo, no hubo mayores problemas, salvo algún comentario desabrido y leves
protestas. Alguna gente tiene más presente los derechos que la convivencia,
pero eran una minoría exigua y encauzamos al personal, sin necesidad de
violencia física. A partir de ahí deporte y fiesta, fiesta y deporte. Más de
600 participantes. Competición limpia y noble, sin incidentes, ni accidentes.
Record del circuito, 4´40´´, excelente participación y resultados del
CAS, al menos Inés ganó su categoría. Avituallamiento final, con agua, refresco
y fruta. Camiseta conmemorativa y eso que la carrera era gratis. (Que conste
que no soy partidario de las carreras gratuitas y prefiero cuotas moderadas.
Elimina incumplidores y aumenta exigencias. Me parece bueno para todos.)
Resultados publicados inmediatamente. No he encontrado ningún fallo reseñable.
En
cuanto a mi actuación, excelente : entré en el mismo tiempo que Bea González,
que siempre me gana de largo. El que me ganase todo quisque y que Bea fuese de
paseo, no me resta mérito. ¿Que tiempo?. Ya lo dije, soleado.
Luego
hay que desandar lo caminado, y ¡hala!, a desmontar el circuito. Volvimos a ser
multitud y fue visto y no visto. A eso de las 12, unos 15 minutos
después de finalizar la última prueba de adultos, cinta y vallas estaban
retiradas y el paseo restituido a su normalidad. Los usuarios diversos, eran,
ahora si, numerosos.
Pero
aún quedaban los más pequeños, y eran unos 250. Si antes era fiesta, ahora
fue jolgorio. Calentamiento dirigido, risas, alegría, gritos. La vida pujante,
con la ilusión de la que sólo los niños son capaces.
La
prueba, un éxito indiscutible. El ambiente excelente. La organización muy buena.
La participació buena y animada. Los resultados excedlentes. El día
precioso. Todo salió bien. Realmente para sentirse orgullosos.
Hasta
las camisetas al final me parecieron realmente fucsias.