El domingo 26 de octubre
se celebró la trigésimo séptima edición de la carrera pedestre de Santiago.
Treinta y siete ediciones, que se dice muy rápido. Una de las más antiguas
de galicia y en mi opinión de las más hermosas. "Algo tendrán el agua
cuando la bendicen y el vino cuando lo consagran" y 4260, 34
CAS, participantes en la categoría de adultos para recorrer 12 km,
francamente duros y 1633, 4 CAS, infantiles que se enfrentaron a ¡7
km! matadores, algo significará. Es todo un clásico de la que casi todo está
dicho. Así que me limitaré a contaros como la viví.
Soy un vetusto, con
pretensiones de rejuvenecido, pero la mayor parte de las veces se que queda en
eso, pretensiones. Como la mayoría de los finde estuve en Valdoviño y pretendía
llegar a Santiago por carretera, porque el precio de la autopista es un
auténtico timo. Puse el despertador del móvil a las 7:30 . Cuando desperté
lucía un día claro y despejado. Demasiado claro para la hora. Abrí la casa,
me puse a desayunar y cuando vi los relojes de la casa, marcaban las 8:45. Mi
rejuvenecimiento no llega a tanto como para prever que el móvil esta
programado para cambiar automaticamente de hora. Me había levantado a las 7:30
de la hora nueva, no de la vieja como pretendía. Así que de repente, se me
escurrió una hora. Tenía que llegar a Santiago a las 9 de la mañana según
la hora nueva y no según la vieja que serían las 10 de la nueva. (Aún dirán que
el cambio de hora no causa problemas ). Salí como un cohete, por
supuesto por autopista y mi modesto Dacia se comportó como un Ferrari,
turbodiesel, intercooler con válvulas incontables a tutiplen. A las 9:05
aparqué en el Auditorio y salí lanzado a por el dorsal. Saludé al
paso a varios compañeros, recogí el dorsal y me fuí a cumplir ciertos
ritos : comprar el periódico en el Toral y tomar café y disminuir peso en el
Azul. El Azul, junto con el Derby, son supervivientes, ya muy cambiados, de los
cafés de tertulias de inicios del siglo XX. En sus antiguas mesas de
mármol, Castelao, en su etapa de estudiante tarambana, plasmó miles
de dibujos, liquidados por el paño del camarero. Contaría luego "estudié
medicina por amor a mi padre, no ejercí por amor a la humanidad".
En el Toral,
dominando la fachada del Círculo de Bellas Artes, sigue un Atlas
soportando la bola del mundo. Dice la tradición que tirarará la
bola cuando pase por la plaza una mujer mayor de edad y virgen. Allí sigue
fatigado, pesaroso y desesperado. Lleva decenios con su pesada carga y aún
parece que la condena será eterna.
Vuelta al coche, colocar
el dorsal y ya trotando hacia la salida, que me vale de calentamiento.
Llegue a las 9:50, unos minutos de charla con Jose Manuel y Manuela y
salimos. Tardé 1 minuto en pasar la pancarta. Se sale en cuesta, embotellados
por Juan XXIII y antes de llegar a la cima, (unos 500 metros), ya hay gente de
la que salió delante que va caminando. Seguimos por carretera ancha y buena,
con altibajos, pero con tendencia al descenso. Se corre bastante
embotellado. En el km 3, llegamos a Puerta del Camino, así llamada porque
cuando la ciudad era amurallada por ella entraban los peregrinos. Me
encuentro bien. En las carreras tan multitudinarias se me dispersa la atención
y no soy capaz de localizar a las muchachas hermosas, así que me limito a
correr siguiendo la marea. Se corre en manada pero ya con espacios. Doctor
Teijeiro, zona nueva y entramos en el campus. Se acabó el descenso y a
prepararse, que viene lo bueno. Hace sol y calor y ni rastro del
avituallamiento. Cuesta del Hospital de la Esperanza, bajada a Pombal, (antiguo
barrio de putas, ahora las putas están en todos los barrios). Por fin el
avituallamiento. Debemos de estar en el kilómetro 7. Subida por Santa Isabel,
para ir calentando las piernas y entre el 9 y el 10, la pesadilla de la
carrera, la subida de Vite. El trayecto final se hace en volandas entre
continuos ánimos de los numerosos espectadores. Cuando llegamos a la cima,
quedan 2 km de descenso leve hasta el final. Habitualmente se enfilaba
por Basquiños hacia la Algalia. Pero no, esta vez han cambiado por obras y
nos meten en descenso corto en Juan XXIII, enlace ascendente suave, creo
que por Espiritu Santo a San Roque, volviendo al recorrido clásico. (De
haber seguido unos 500 mts más habríamos llegado a la Pensión de la
Troya, fuente de inspiración de la novela de Pérez Lugín). A partir
de ahí corremos por la historia; plaza de Cervantes, facultad de Filosofía,
antigua sede de la Universidad Central, (y enfrente Restaurante El Asesino,
preferido de Vallle Inclán), Toral, donde el Atlas sigue con la piedra viendo
pasar participantas, rúa del Villar hasta Platerías, (llamada así porque en el
medievo gremial había........)(Premio), (¿y en Azabachería?). Giro hacia
Fonseca, inicio de la Universidad Compostelana, fundada en 1495. Si, hace más
de 500 años. Por cierto, fue fundada por Lope Gómez de Marzoa y no por Fonseca,
como comunmente se cree, aunque este último le dió el impulso
definitivo. Llegada enmarcada entre la fachada catedralicia del
Obradoiro, el municipalizado el Palacio de Raxoi y el
elitizado antiguo Hospital de Peregrinos. Fin, con 4´menos que el año
anterior. Asfixiado y exultante.
Lolo Penas, ganador por
tercer año consecutivo. 5 portugueses entre los 8 primeros clasificados. Mónica
Silva, también portuguesa, primera en mujeres. Indican la relevancia de la
carrera.
Una vez más fantástico.
El Obradoiro es espectacular hasta con andamios. Los inconvenientes, los de
siempre, masificación, colas, avituallamiento final pesado y algo cutre. Pero
se van superando, al menos en la camiseta conmemorativa, que cada vez es más
fea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario